Santiago Villamayor
nos aporta su reflexión
sobre la esperanza,
que aparece en el libro
"El mañana está
en nuestras manos"
que publicitamos
en este blog
LA ESPELEOLOGÍA DE LA ESPERANZA
La esperanza es frágil y pretenciosaGeneralmente nuestras esperanzas son correlativas a nuestras limitaciones. Deseamos lo que nos falta para ser felices plenamente y para siempre. Por eso nuestros anhelos traspasan el presente y se proyectan al futuro posible y al más allá imposible. Y entonces acudimos a un Dios todopoderoso para que remedie nuestra impotencia.
Una ética global
Y la primera respuesta es básica, necesitamos una ética global al menos para remediar todo lo que está en nuestras manos. Una ética global que no es otra cosa que ir todos a una, con buen ánimo, y a por todas. Un consenso crítico sobre los principios que deben regir nuestra convivencia. Que no responda solo a una revelación particular por muy divina que sea o a una imposición de los que acaparan el poder y gobiernan el mundo.
El auxilio nos viene de la propia realidadHasta hace medio siglo para la mayoría de los mortales, en concreto para las tradiciones bíblicas, la esperanza se fundaba en la omnipotente bondad divina. Pero los tiempos han cambiado y ahora vivimos una época posreligional en la que los relatos sobrenaturales no son ya apenas creíbles.
La Internacional de la esperanzaHoy estamos en mejores condiciones para reducir el sufrimiento, para corregir el sistema económico que se apropia de “Dios” para legitimarse. Para fiarnos más de la metáfora y del silencio activo que de la mucha palabrería política y religiosa. Podemos ejercer de espeleólogos: ahondar en la bondad “subyacente” expresada en las tradiciones éticas y religiosas, sus utopías y grandes textos, encontrar la consolación en la filosofía o la serenidad con la meditación, entrar en la intersubjetividad doliente, acercarse al que sufre y juntos intentar una nueva vida que, compartida, será más una canción que un valle de lágrimas.
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