sábado, 19 de diciembre de 2020

ENCUENTRO CCP ZARAGOZA. 19/11/2020





En los días actuales, especialmente durante el aislamiento social, debido a la presencia peligrosa del coronavirus, la humanidad despertó de su sueño profundo: empezó a oír los gritos de la Tierra y los gritos de los pobres, y la necesidad de cuidarnos unos a otros y también a la naturaleza y a la Madre Tierra. De pronto nos dimos cuenta de que el virus no vino del aire y no puede ser pensado en forma aislada, sino dentro de su contexto: vino de la naturaleza 

. El cuidado es anterior a cualquier otra cosa. Es anterior al espíritu y anterior a la Tierra. En otras palabras, la concepción del ser humano como compuesto de espíritu y cuerpo no es originaria. El mito es claro al afirmar que “fue Cuidado el que primero moldeó la arcilla en forma de un ser humano”. El cuidado, por lo tanto, pertenece a la esencia del ser humano. Pero no sólo eso. Es la esencia de todos los seres, especialmente de los seres vivos. Si no los cuidamos, se marchitan, poco a poco van enfermando y finalmente mueren. 

Si vivimos la cultura y la ética del cuidado, asociado al espíritu de hermandad entre todos, también con los seres de la naturaleza, habremos colocado los fundamentos sobre los cuales se construirá un nuevo modo de relacionarnos y de vivir en la Casa Común, la Tierra. El cuidado es la gran medicina que nos puede salvar y la hermandad general nos permitirá la siempre deseada comensalidad y el amor y el afecto entre todos. Entonces continuaremos brillando y desarrollándonos en este bello planeta. 

Esta consideración sobre el cuidado concierne a todos los que cuidan de la vida en su diversidad y del planeta, especialmente ahora, bajo la pandemia de la Covid-19: el cuerpo médico, los enfermeros y enfermeras y todo el personal que trabaja en los hospitales, pues el cuidado esencial cura las heridas pasadas, impide las futuras y garantiza nuestro futuro de nuestra civilización de hermanos y hermanas, juntos en la misma Casa Común. 
EXTRACTO DE LEONARDO BOFF 

El mar como pesebre 


Hace ya mucho tiempo, y es un tópico de la literatura y el periodismo contemporáneos, que la celebración de la Navidad perdió su sentido original. Celebramos unas fiestas en las que las campañas comerciales borran no ya el acontecimiento religioso, sino el significado profundo que late en todos los mitos. Se trata del nacimiento de un ser humano y la voluntad de sus padres para encontrar un lugar en el que cuidarlo, aunque sea un pesebre, y resistir en la pobreza mientras encuentran el modo de burlar la ilegítima legalidad de Herodes. En cualquier esquina, en cualquier rincón del mundo, en un establo, sin más compañía que unos animales, unos pobres pastores y unos estrelleros despreciados por la sabiduría oficial, el ser humano viene al mundo con un alma que merece respeto, y que unos llamarán divinidad, otros Derechos, y otros las dos cosas a la vez. 

Estamos acostumbrados a convertir la navidad en tarjetas de crédito, anuncios, luces, adornos… Incluso aprovechamos ahora la fiesta para provocar una nueva guerra de banderas, orgullosos de ser lo que somos y dispuestos a encender y despreciar el orgullo de los demás. Pero tal vez la pandemia debería servir para recordarnos la fragilidad humana, la situación difícil de ese niño que nace en medio de la miseria, en una sociedad dispuesta a cerrar los ojos ante su frío y con un orden cruel, decidido a convivir con las matanzas de los inocentes. Miremos a ese niño que se cae de los brazos de su madre en medio de un naufragio y que muere ahogado en el mar ante la desesperación de la mujer que lo ha traído al mundo.

Pero el problema verdadero es otro y no convendría desviar la mirada del niño ahogado. Después de siglos, después de muchos avances sociales, científicos y tecnológicos, hemos creado y recreado un mundo definido por la desigualdad, injusto, con muchos territorios abandonados a la miseria. Y cuando María y José deciden ponerse en marcha para salvar a su hijo sólo les ofrecemos el peligro de un naufragio como pesebre. El mar no promesa de vida, sino infierno, desamparo y acuciante inmensidad.

Debajo de los paritorios, los hospitales más avanzados, las vocaciones políticas, los derechos laborales, Europa, las fronteras y el orden internacional, está el calor de los Derechos Humanos. Sin ese calor, todo pierde sentido.

Por eso algunos patriotas españoles sabemos que esta Navidad el niño Jesús no va a nacer entre las banderas del Paseo del Prado, sino en una tienda de campaña de un puerto canario entre Arguineguín y Barranco Seco.

COMPARTIMOS ¿Dónde, en quien vive la esperanza? 
Signos de dignidad, de luz en este tiempo.

ESPERANZA 

Cuando la tormenta pase
y se amansen los caminos
y seamos sobrevivientes
de un naufragio colectivo.


 JERUSALEMA himno de esperanza de los cinco continentes para unir fuerzas y vencer a la pandemia del coronavirus. La letra habla de Jerusalén como la ciudad celestial en la que estar en comunión con Dios.
https://www.youtube.com/watch?v=TH4V-yHbJXk

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BRINDIS NAVIDEÑO

En esta Navidad del 2020 brindamos por el nacimiento de Jesús de Nazaret, por su compromiso y su testimonio al cuidado de los desfavorecidos de la sociedad. Brindamos por su Amor enteramente desinteresado y gratuito, siempre desde el lado de las víctimas de un sistema injusto. 

El es nuestro referente, el Sol naciente que ilumina nuestro caminar. Es como un bing-bang que va evolucionando progresivamente el rumbo de la Historia, por medio de su Amor. Jesús es la alegoría de la Nueva Humanización de Dios, el Amor Absoluto, la Energía profunda que dinamiza nuestro Cosmos. 

Jesús, que pasó haciendo el bien, nos invita a generar nuevos procesos de humanización a nuestro alrededor, por medio de una espiritualidad laica, promotora de una cualidad humana profunda, que se fundamenta en la consecución de la Derechos Humanos y en la consolidación de la Carta de la Tierra, en su lucha contra el cambio climático que atenta a nuestro planeta. 

En esta celebración nos deseamos un próximo Año Nuevo esperanzador, reavivando la esperanza y la creencia de que otro mundo mejor es posible, más justo, solidario y fraterno, que nos ayude a toda la humanidad de forma solidaria a superar la actual crisis del coronavirus. 

Con esa esperanza brindamos hoy y aquí, recordando la vida de Jesús de Nazaret, su mensaje y su compromiso generoso en la construcción de una Nueva Humanidad, más fraterna y sororal. Con la convicción de que su Espíritu sigue vivo en medio de nosotros, fortaleciéndonos a transformar nuestro mundo en comunión. Por todos estos deseos brindamos amistosamente en esta celebración.

2 comentarios:

  1. Lo he visto pero no he podido escucharlo. Seguro que entrañable. Gracias a tod@s.

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    1. Ha sido una gozada compartir la celebración vía Zoom. Gracias.😍

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