Madrid, 6 de octubre de 2025 – Instituto Cervantes
Alzamos nuestras voces como una sola. Las alzamos porque el sufrimiento de la población palestina es insoportable. Las alzamos porque en Gaza, con cada día que pasa, algo esencial de nuestra humanidad se desmorona.
Nos dirigimos a los gobiernos, a líderes políticos, a las instituciones internacionales, a los medios de comunicación, a las organizaciones de la sociedad civil y, sobre todo, a todas las personas que aún no han renunciado a su conciencia ni a su capacidad de indignarse ante los actos de barbarie, ante las decenas de miles de asesinatos que el actual gobierno y el ejército de Israel están cometiendo en Gaza.
Condenamos los criminales atentados del 7 de octubre del 2023 y exigimos la liberación de todos los rehenes. También afirmamos que la actual campaña de destrucción y muerte emprendida por el Estado de Israel no comenzó en esa fecha: es la expresión más brutal de una política de ocupación, colonización y apartheid que lleva décadas gestándose y ejecutándose. No se puede aislar el presente de esa historia.
Gaza se ha convertido en el escenario del sufrimiento humano más desgarrador de nuestro tiempo. Es hoy un símbolo brutal del dolor y de la injusticia. El lenguaje ya no alcanza para nombrar este infierno. Prácticamente toda la población de Gaza vive desplazada y asediada, sin un lugar seguro donde refugiarse; más de la mitad son menores de edad.
Como consecuencia del asedio total impuesto por las autoridades israelíes, el 100 % de la población de Gaza corre ahora riesgo de hambruna, según Naciones Unidas. La infancia está siendo golpeada con una crueldad insoportable. La protección especial que el Derecho Internacional Humanitario otorga a la infancia no se ha cumplido: han sido asesinados, mutilados, cercados por el hambre y el miedo.
Los ataques contra la población civil, la destrucción de infraestructuras esenciales, la obstrucción sistemática de la acción humanitaria, la privación deliberada de agua y comida y el desplazamiento forzoso constituyen graves violaciones del Derecho Internacional Humanitario, son muestras de una acción genocida consciente por parte del gobierno de Israel, con la complicidad de muchos países occidentales.
A esta devastación se suma un modelo de ayuda impuesto por el Gobierno de Israel que excluye a Naciones Unidas y a las principales agencias humanitarias, fragmentando y politizando la asistencia, militarizándola y utilizándola como arma de sometimiento. Miles de personas han sido asesinadas o heridas en puntos de ayuda militarizados, atacadas por el ejército israelí.
Mientras tanto, el mundo observa y no hace nada efectivo. Gobiernos que se proclaman democráticos guardan silencio, se limitan a actos simbólicos o apoyan la masacre. Medios de comunicación que deberían informar con rigor evitan nombrar el genocidio y llegan
a apoyar a sus perpetradores. Instituciones que nacieron para proteger la dignidad humana permanecen paralizadas.
Con cada niña y cada niño muertos, con cada madre que llora sin fuerzas, con cada familia sepultada bajo los escombros, algo de nosotros también desaparece. En el futuro no podremos decir que no lo vimos venir. La protección es un derecho y una obligación legal. La historia no juzgará lo que dijimos, sino lo que hicimos —o no hicimos—. Lo que ocurre ha alcanzado proporciones escandalosas de genocidio histórico. Desde los principios éticos, jurídicos, espirituales y humanistas más elementales, condenamos sin paliativos esta barbarie y exigimos responsabilidades.
Elevamos nuestra voz como lo hicieron los profetas bíblicos, coránicos y los de cualquier tradición, como lo hacen hoy todas las personas de buena voluntad —cristianas, musulmanas, judías, budistas, creyentes y no creyentes—, convencidas de que la dignidad del prójimo es sagrada.
Reclamamos a la Comunidad Internacional, a la Unión Europea y al Gobierno español:
•El cese inmediato de los bombardeos y la violencia del ejército israelí contra Gaza y el pueblo palestino.
•La protección efectiva de la población civil, conforme al Derecho Internacional Humanitario por todos los medios necesarios.
•La apertura total y sostenida de todos los pasos fronterizos para permitir la entrada masiva y sin condiciones de ayuda humanitaria.
•El respeto pleno del mandato de UNRWA y de todas las agencias humanitarias.
•El fin de los castigos colectivos, del uso del hambre y del desplazamiento forzado como armas de guerra.
•La rescisión del Acuerdo de Asociación UE–Israel, por incumplimiento flagrante de derechos humanos.
•La ruptura de relaciones diplomáticas con el gobierno genocida de Israel.
•El establecimiento de sanciones económicas contra Israel y contra las empresas que estén colaborando y lucrándose del sufrimiento de la población palestina.
•La exclusión de Israel de toda competición y evento internacional.
•Un embargo total que prohíba el tráfico de armas por tierra, mar y aire en dirección a Israel, incluyendo el tráfico que se realiza a través de las bases americanas en nuestro suelo.
•Un verdadero plan de paz que suponga el reconocimiento del derecho de autodeterminación del pueblo palestino y la desaparición del régimen colonial y de apartheid al que se ve sometido.
•La liberación inmediata de los miembros de la Global Sumud Flotilla secuestrados por Israel en aguas internacionales, violando el Derecho internacional.
Hoy, aquí, en el corazón de Madrid, reafirmamos solemnemente que la causa del pueblo palestino es también la causa de toda la humanidad. No es un conflicto lejano: es una herida abierta en la conciencia común.
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