ABRAZADO POR EL COMPASIVO
El domingo 8 de agosto, a mediodía, se acalló la voz más evangélica, lúcida y profética del actual panorama teológico español. Religiosas y laicas, sacerdotes y seglares, creyentes y descreídos vivimos una profunda orfandad. Toni Catalá se ha ido “abrazado por el Compasivo”, como él proclamó en su reciente homilía del Domingo de Resurrección cuando proponía “escuchar como la Vida palpita en fondo de la pena” Hay personas que construyen su propia muerte a su imagen y a semejanza del que inspiró su vida, es la última dignidad de un proyecto excepcional se vida. Toni Catalá no quedó a la espera de que se rompiera de nuevo su corazón, sino que abrió con sus válvulas horizontes de esperanza; desafió los consejos de amigos y de sanitarios para moderar su compromiso, porque sabía que lo que no se entrega se lo come la muerte. En su muerte concurren los tres símbolos de su trayectoria vital: como jesuita el mismo día que terminaba los Ejercicios Espirituales, como testigo, siempre disponible, en el andén de un tren, como persona arraigada en su pueblo de Valencia cuando intentaba regresar a casa, donde le esperaba su comunidad de vida. Una vida lograda, supone muchos descuidos personales; y cuidar de las vidas heridas, supone en gran medida el descuido gratuito de lo propio. “Salgamos a buscarlo fuera de la ciudad “-así tituló uno de sus librosy en los alrededores encontró, tempranamente, al Viviente en los rostros de jóvenes triturados por las contradicciones familiares y sociales; durante diez años de su vida compartió con ellos el vino y la salud, el pan y la palabra; y en aquellos lugares de sombra eterna, como llamaba Machado a los orfanatos, encontró la presencia real del Compasivo y percibió la desolación de un tiempo, turbado y oscuro, pero sembrado de Buenas Noticias. La experiencia real de la marginalidad le hizo sufrir como él mismos dijo “nuestras perezas, tibiezas y ensimismamientos” y le forjó sus constantes, estructuras y pasiones teológicas . Como él mismo escribió en el corazón de su cristología “aquellos muchachos me enseñaron a entender que las criaturas más heridas siguen “valiendo la pena”, y que “el Evangelio es un canto a la vida, un canto a la compasión y a la ternura en un mundo violento e injusto” Solo quien ama ese mundo y esas vidas dañadas, comentaba, seguirán seducidos por la tarea de afirmar dignidades y construir lugares en que se pueda compartir el techo, el pan y la palabra. En aquel ambiente marginal de jóvenes en las periferias urbanas, vivió intensamente lo que el llamó “la fractura simbólica”, la disonancia del Evangelio con los códigos culturales de sus privilegiados destinatarios. Allí 2 sintió el aguijón de que no servían las viejas historias sobre Dios y sus criaturas. Símbolos caducos, prácticas obsoletas, mitificaciones absurdas, le despertó su pasión intelectual, espiritual y afectiva a la búsqueda de nuevas mediaciones teológicas y pastorales. En lugar del abandono, la retirada o el lamento se juramentó contra la desolación y emprendió, a través de una incansable actividad, los caminos de honestidad con la realdad, depuración de la vida religiosa y deslocalización del Espíritu. “Ante una realidad en la que no cabe la Palabra explícita, porque se está en otro código cultural, debemos plantearnos y cuestionarnos qué nos dice el Evangelio a nosotros, no a ellos” , escribía en su cristología. La preocupación por cómo trasmitir, desvía la atención principal al qué trasmitir más allá de contenidos doctrinales y ético. Lo que él supo hacer a través de los Ejercicios espirituales ignacianos que conformó su pasión vital. Desde este marco experiencial, cognitivo y afectivo, configuró un modo de estar en la vida desde la Vida, su pensamiento teológico desde la centralidad del Dios compasivo y su propuesta pastoral desde las comunidades compasivas. Toni nos hizo ver que el paso del Compasivo solo se percibe desde abajo, desde los perdedores, desde los abatidos y sufrientes. Y por eso, huyó de la mundanidad de los profetas de calamidades, de los discursos apocalípticos, de lamentos y gesticulaciones inoperantes, sin añoranzas de tiempos perdidos ni regresiones a estadios infantiles, personales y comunitarios, que según él decía, son “extintores-de-muchosfuturos”. Construyó una teología desde la encarnación, “que impide la huida hacia lo universal en abstracto, una teología que nos devuelva a nuestro ser hombres y mujeres pertenecientes a un espacio y un tiempo, a una cultura concreta en la que tenemos que ser portadores de Buena Noticia” Una teología impregnada de realidad concreta, concretísima, cutre, feliz, apasionante, desoladora muchas veces, en cercanía a hombres y mujeres concretos con los que vivimos, sentimos, gozamos y padecemos. Esta operación requiere mucha lucidez para no perderse lo concreto. Se trata, con sus propias palabras, de “dejarse afectar por lo que está aconteciendo ya en esta realidad: que hay demasiadas criaturas de Dios abatidas y derrengadas” Lo que le llevó a batallar contra percepciones de dios que desencadenan opresiones de conciencia y cierran espacios de Vida Se opuso a toda cristología con tintes de gnosis, ya que la desmesura de Dios nos lleva a tomar la carne radicalmente en serio. “El único Dios que merece ser creído es aquel que sale a nuestro encuentro, nos abraza y nos llena de besos” Gracias Toni por tu coraje contracultural para hablar de la 3 carnalidad de Dios y de su Espíritu que se identifica para siempre con los crucificados de la historia. . La conjunción de la teología más rigurosa con la espiritualidad ignaciana no es una tarea de traducción sino de dejarse interpretar por la Buena Noticia. Interpretar es obra de lingüistas, hermenéutas y teólogos de salón a través de técnicas y materiales, dejarse interpretar por el Evangelio es tarea de testigos y vigías que siguen al Crucificado y generan espacios compasivos, crean contextos de vida. Así se prodigó Toni por todo el mundo que solicitaba su presencia. Propuso renovar la vida religiosa desde los excluidos: “los votos sólo van a tener sentido desde el Excluido con los excluidos”, “para aliviar el sufrimiento de Dios en el mundo”; y advirtió del “daño que hace la idealización y espiritualización cuando se ignora que se vive en unos cuerpos en interacción con otros cuerpos y con el mundo cultural, político y económico con sus tensiones inherentes.” “Se trata, decía, de no eludir a los crucificados” ·La renovación vendrá de “ponerse a tiro de los pobres y excluidos” Toni nos sugirió en conversación con sus amigos del Grup de cristians del dissabte que era necesario recuperar la historia de aquellos testigos que con su vida construyeron espacios de justicia, ternura y misericordia. Hoy tu historia queda definitivamente inscrita en el gran libro de la Vida. Terminaba uno de sus escritos con estas palabras, que hoy suenan a epitafio: “cuando sube la marea y esto no da más de sí, el seguidor de Jesús sigue vislumbrando un Cielo Nuevo y una Tierra Nueva”
Ximo Garcia Roca 9 de agosto 2021
No hay comentarios:
Publicar un comentario