domingo, 2 de mayo de 2021

 

Subscribimos en su totalidad
la reflexión de nuestro compañero

CCP-Andalucía contra el discurso del odio. 

Por Miguel Santiago

Las Comunidades Cristianas Populares de Andalucía subscribimos el artículo que Miguel Santiago publica en el Diario de Córdoba el 28/04/2021. Discurso de odio.

Niños y jóvenes migrantes, según la extrema derecha, empobrecen y amenazan a los siete millones de habitantes de la comunidad de Madrid. ¿Quién se puede creer tremendo disparate? El anuncio de la estación del metro de Madrid «Un Mena, 4.700 euros al mes. Tu abuela, 426 euros de pensión/mes» se inscribe en el marco mundial del llamado renacimiento del neofascismo, que se caracteriza por los bulos y las mentiras. La partida presupuestaria a la que se hace referencia va destinada a los centros de acogida, al pago de los trabajadores o a la gestión de las instalaciones, una pequeñísima parte se dedica a sufragar sus salidas de ocio y tiempo libre, como es habitual en un joven de cualquier familia. 
La palabra «Mena» podría ser sustituida por la de cualquier otro colectivo minoritario. Recordemos la política emprendida contra el pueblo gitano por Salvini en Italia en 2018. Herramientas de odio para fines electorales. Los niños y jóvenes migrantes vienen siendo víctimas de estos partidos de extrema derecha. Tengamos presente la campaña que desplegó Vox contra un centro de menores en el barrio de la Macarena de Sevilla o el ataque que sufrió otra casa de acogida en Madrid. Desgraciadamente, como podemos comprobar, nuestro país se encuentra en esta ola del nacionalpopulismo, una ideología que creíamos trasnochada, después de la segunda guerra mundial, y que desde los años ochenta volvió a amenazar a la democracia con el Frente Nacional francés. Desde este epicentro se fue extendiendo por Austria, Países Bajos, Italia, Suecia, Alemania, países europeos del Este, hasta llegar a España. Esta onda neofascista ha llegado a su máximo nivel con Donald Trump y Bolsonaro. Se sirven de un arsenal demagógico para rechazar la igualdad y la diversidad. Anhelan una sociedad estrictamente homogénea, en pie de guerra con lo diferente, generando una gran desconfianza y rechazo hacia la persona extranjera.

Europa no se encuentra en su mejor momento. Llevamos años sufriendo una enorme regresión en los derechos sociales y libertades, el mejor caldo de cultivo para alimentar los bajos instintos xenófobos y racistas, sobre todo si se trata de las personas empobrecidas, centrando el discurso en enfrentar a los penúltimos contra los últimos de la sociedad, un discurso miserable e inhumano que provoca odio y destrucción entre las personas acuciadas por falta de recursos. Urge contrarrestar esta injusta situación a base de modelos económicos y sociales que apuesten por eliminar la desigualdad y combatir el discurso del odio sustentado en el rechazo al mestizaje, la xenofobia, la hostilidad a lo diferente, la hostilidad a la igualdad de género, etc. Es urgente que tanto el sistema político como el judicial actúen contra estos delitos de odio que ponen en peligro la convivencia. Incluso hay que plantearse la ilegalización de estos partidos que atacan el corazón de la democracia y de la carta magna de los derechos humanos.
Es necesario que la gente de los barrios populares no se deje influenciar por estos mensajes que provocan la llamada «guerra entre pobres». Hay que echar la mirada hacia arriba, no a los que lo están pasando igual o peor. Hay que señalar a los gobiernos que recortan las políticas sociales, a las monarquías que se enriquecen a costa del pueblo, a la economía neoliberal que genera un abismo cada vez mayor entre uno puñado de ricos y una población millonaria de personas empobrecidas y excluidas, a la banca que solo piensa en su lucro...

En estos momentos hay que recordar a nuestros abuelos y abuelas o padres y madres que tuvieron que emigrar en tiempos de la dictadura por las condiciones de pobreza en las que se vivía. Como canta Rozalén: «Ay pobre del pueblo que ignora su herencia emigrante». De igual modo los niños y niñas y jóvenes de cualquier lugar del planeta tienen derecho a soñar con una vida más digna, lo mismo que nuestros hijos e hijas migran a Europa buscando un trabajo que aquí no encuentran.

«La defensa de la igual dignidad de todos los seres debe ser defendida sin miedo como imperativo categórico que no admite silencio, cobardía, excusa o excepción» (Tamayo, Juan José, 2020, p. 181).

* Por Miguel Santiago, profesor, escritor y miembro de las Comunidades Cristianas Populares de Andalucía.

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