miércoles, 9 de julio de 2025


No podemos callar 
ante tanta ignominia

COMUNICADO DE REDES CRISTIANAS
POR LA VERDAD, LA DIGNIDAD Y LA CONVIVENCIA


"Hay que deportar a más de ocho millones de inmigrantes,
aunque muchos hayan nacido aquí, vivan aquí o tengan hijos
españoles para sustituir a la población autóctona."; (Vox)

Ante las palabras infames y profundamente deshumanizadoras que Vox ha vertido contra los inmigrantes —incluyendo la amenaza de expulsar a más de 8 millones de personas que viven, trabajan, estudian y han nacido en España—, los ciudadanos y ciudadanas de este país no podemos ni debemos permanecer en silencio.

Decir que los inmigrantes vienen a vivir de ayudas, que colapsan servicios, que amenazan nuestra identidad o seguridad, no solo es falso: es indecente.

La realidad —observable y medible— desmiente esta narrativa tóxica: los inmigrantes trabajan en condiciones más duras, más precarias, y en sectores donde la población autóctona ya no quiere o puede trabajar: en el campo, en la hostelería, en el cuidado de mayores, en el transporte, en la limpieza, en la sanidad. Sostienen nuestro sistema público con su esfuerzo y con sus cotizaciones.

Además, son ellos quienes están manteniendo viva la natalidad en un país envejecido y estancado demográficamente. Son padres y madres que trabajan y crían, que aportan a nuestras aulas, a nuestros barrios, a nuestro porvenir. Y aún con todo esto, siguen siendo blanco de mentiras y odio.

Por otra parte, Vox también “exige” a la diócesis de Almería que retire su muy interesante proyecto de dedicar su seminario, ahora cerrado, a acoger y apoyar inmigrantes. Una iniciativa promovida por el Servicio Jesuita a Inmigrantes y que comenzará a funcionar el próximo mes de septiembre, con el apoyo del obispado.

¿Dónde está la ética cristiana de quienes agitan estas ideas? El Evangelio, lejos de sembrar miedo, exige hospitalidad: "Fui extranjero y me acogisteis" (Mateo 25,35). El Papa Francisco ha sido claro: “Nadie es extranjero en la casa común”. Ha condenado el racismo, el rechazo al migrante, y ha recordado que cada serhumano tiene una dignidad inalienable.

Desde la perspectiva del Derecho Internacional, la protección de las personas migrantes no es un capricho: es una obligación. España ha firmado convenios que protegen sus derechos, que condenan la discriminación, que promueven la convivencia. Los derechos humanos no se negocian, no se votan, no se subordinan a encuestas ni a cálculos electorales.

¿Dónde están los obispos españoles que, con tanto ardor, defendían a Vox? ¿Por qué se callan? ¿Por qué no levantan su voz ante una clara ofensa a los más pobres y vulnerables? ¿Por qué se tolera la mentira organizada, financiada con dinero público? ¿Tenemos que seguir subvencionando a quienes mienten, dividen, insultan y socavan la democracia desde dentro? ¿Es que no hay límites, ni responsabilidad, ni decencia?

Deberían ser los obispos proféticamente valientes y alzar su voz para decir públicamente a todo el mundo que personas que rechacen a los inmigrantes no son cristianas, por mucho que quieran presumir de ello.

Exigimos a estos falsos políticos que se retracten. Que abandonen la manipulación como estrategia política. Porque en este país no sobra ningún ser humano honesto, trabajador y digno. Lo que sí sobra es el discurso del odio, el populismo que señala al débil para proteger al poderoso, la ideología del miedo y del desprecio.

Si alguien sobra en este país, es Vox y su filosofía de exclusión. Sobra su desprecio a los valores constitucionales, a la convivencia, a la verdad.

Este no es solo un clamor político: es un deber moral. La España que queremos no levanta muros ni propaga mentiras. La España que somos abraza, convive, defiende la justicia. No callaremos. Porque la dignidad humana está por encima de cualquier frontera o bandera. Y porque lo que está en juego no es solo el presente de los inmigrantes, sino el alma de nuestro país.

Desde Redes Cristianas gritamos: ¡Basta ya de odio! ¡Sí a la verdad, a la justicia y a la fraternidad!

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