miércoles, 26 de febrero de 2020


Revuelta en la Iglesia” y honda conversión

De todos los significados y acepciones del término revuelta el primero que nos suena es el de disensión con alboroto o pequeña y espontánea revolución. Pero creo que no es tanto eso lo que proponen las mujeres sino la expresión de un gran trabajo de emancipación y de unidad de las que llevan el grueso de la acción pastoral, misionera y temporal de la Iglesia y sin embargo no son reconocidas. Me sumo a ese esfuerzo con la humildad del que todavía se descubre bastantes gazapos micromachistas. 
Y hay una segunda acepción en el término revuela que dice segunda vuelta y cambio de dirección. También esta iniciativa de las mujeres lo incorpora y creo que es el que tiene más sentido. Enseguida le viene a uno la imagen de una tortuosa carretera con muchas vueltas y revueltas. Y se nombra también varias veces el termino teología que es como el pensamiento que expresa la fe. La mentalidad razonada del creyente. Y así se dice “la mentalidad 
patriarcal y feudal, junto a una teología caduca, justifican esa desproporción” y “que se reconozca y valore la riqueza de la teología feminista, como motor de cambio” 
Coincido con este movimiento, la teología está caduca y la teología feminista es motor de cambio. Son mujeres que sienten con la cultura actual, los problemas de la desigualdad, del acoso al planeta, de la violencia de género, del reto de la tecnociencia y del pluralismo y por eso constatan que la teología, la interpretación del mensaje de Jesús, está caducada y si se mantiene, se tergiversa y traiciona el significado original. 
La teología feminista es motor de cambio. Y la mentalidad ecologista y secular, y la inserción en la base social y la apertura a los nuevos modos de entender el conocimiento y la realidad. Y aquí quería llegar habiendo partido de la revuelta femenina. La teología feminista es un comienzo pero no un punto de llegada. Sí puede ser un medio camino, una vuelta o revuelta más en el camino de revolución, “cambio profundo” o “giro sobre sí mismo” que hemos emprendido muchas gentes de iglesia. Lo llamamos en términos cristianos “conversión”. 
Estamos llamadas todas las personas a una humilde conversión para “una gran inversión” o puesta del revés de esa teología y de la Iglesia. Y creo que en esta conversión de la Iglesia no se trata tanto de reivindicar un mayor liderazgo y presencia femenina desde los grupos de mujeres, cuanto entre todos darle la vuelta en profundidad, llegar a lo fundamental y de lo que deriva el tratamiento discriminatorio de la mujer y que también nos ha dañado a los hombres. Porque es más serio aún que el patriarcalismo y el feudalismo. Y cito algunos de estos rasgos de la teología o mentalidad eclesiástica, incluso evangélica, que se nos han vuelto caducos a todas. 
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Santiago Villamayor. Zaragoza, Febrero 2020

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