miércoles, 19 de diciembre de 2018



FELIZ NAVIDAD, feliz amor de gratuidad

En estas fechas uno se conmueve un poco más que de ordinario. Y está muy bien el clima emocional que nos llama a la bondad y la alegría. Pero no tenemos que olvidar que esas llamadas provienen de un mito, el de la Encarnación. Y al decir mito no degrado su verdad o importancia. Un mito vale más que un artículo de fe o dogma y tanto o más que una explicación científica, pues nos da un poco de luz o conocimiento y un mucho de ánimo sobre lo que nunca podremos explicarnos, el enigma de porqué y para que vivimos o sufrimos. 
Hoy día, la Navidad es también en gran parte otra cosa: vacaciones y consumo, soledad para unos y discusiones para otros. Y para algunas personas críticas es una conmemoración derivada de culturas anteriores más acorde con la interpretación secular y científica de la realidad. 
Cada vez más los estudiosos del evangelio consideran los pasajes de la infancia de Jesús cómo relatos literarios escritos al modo judío que enaltecen figurativamente al Salvador o Mesías al modo del Antiguo Testamento. Sin olvidar la impronta griega en cuyo lenguaje se escribieron. Por eso y otras razones muchas personas no cristianas rechazan o sustituyen este relato del Niño Dios por esas otras imágenes del solsticio de invierno, cuando el sol renace de la oscuridad hacia el verdor de la primavera. 
Hay dos elementos sin embargo que pueden ayudarnos al diálogo entre estas dos maneras de entender las fiestas navideñas. Una las recientes formas de entender el conocimiento humano muy alejado del dogmatismo y abierto a la pluralidad de modelos y procedimientos. Eso permite integrar el sentido del mito con la explicación de la ciencia.
Y dos, la búsqueda conjunta de interpretaciones y significados cada vez más beneficiosos para la humanidad. Y así una comprensión abierta de la evolución cósmica y la historia nos permite aventurar que para todos, y sin especial revelación religiosa, el nacimiento de Jesús de Nazaret puede ser una de esas emergencias o singularidades que se dan en la realidad sin necesidad de intervenciones extraordinarias. Un hito en la maduración de la moralidad o libertad humana. Luego cada creencia puede confiar en lo que como misterio le parezca razonable. 
Esta emergencia histórica en Jesús no es sino la metamorfosis del amor de reciprocidad en un amor enteramente gratuito. La superación del “ojo por ojo“ ya fue un logro antiquísimo de proporcionalidad. Pero ahora se trata del desbordamiento del “ama a los demás como a ti mismo” en “ama a los demás como Dos te ama”, es decir ilimitadamente, sin pedir nada a cambio y libérrimamente. Eso es lo que significa que la mayor grandeza se de en la pequeñez de un pesebre. 
Asi pues, Feliz mito de la Navidad en el pesebre de la ciencia y del amor cívico de máximos. Que detrás de cada Belén veamos la evolución del cosmos hacia la consciencia y el amor de gratuidad que muchos contemplamos especialmente y no exclusivamente en Jesús de Nazaret 

Santi Villamayor. Comunidad Almofuentes. Dic. 2018

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