Ha muerto el Papa; comunicado de Redes Cristianas
Por Raquel-21 abril 2025
Como una tormenta de verano, la noticia ha irrumpido en nuestras vidas: rápida, inesperada, conmovedora. “Ha muerto el Papa” —se repite en el bar, en el autobús, en la calle.
Las redes sociales, los correos, los grupos de WhatsApp bullen con la misma frase, como si el mundo entero hubiera contenido la respiración.
Desde Redes Cristianas, nos unimos a esa conmoción con un corazón sentido y, al mismo tiempo, agradecido. Tristes por la pérdida de una figura profundamente humana; gozosos por la esperanza que sembró en medio de esta Iglesia y este mundo fragmentado.
Ha partido un hombre que, sin dejar de ser frágil y limitado, supo abrir rendijas importantes en los muros de la Iglesia. Un hombre que no se proclamó dueño de la verdad, sino peregrino en la búsqueda; que cambió el trono por la silla del encuentro; que prefirió los gestos al boato; que abrazó a los descartados como si abrazara al mismo Cristo.
Francisco —como eligió llamarse, en un guiño profético al poverello de Asís— deja tras de sí una estela de palabras y signos profundamente evangélicos. Nos regaló textos memorables que marcarán un antes y un después en el pensamiento eclesial y social.
En Evangelii Gaudium nos llamó a una Iglesia “en salida”, que no tenga miedo de ensuciarse en las periferias. Con Laudato Si’ elevó la ecología a categoría espiritual, denunciando con fuerza profética el modelo económico que devasta la tierra y descarta a los pobres. En Fratelli Tutti puso sobre la mesa la fraternidad universal como camino de paz frente a los muros del odio y del nacionalismo. Y con Amoris Laetitia se atrevió a mirar con ternura la complejidad de las relaciones humanas, proponiendo una moral del acompañamiento, más que del juicio.
Francisco no lo cambió todo. No pudo, o no quiso. Su acercamiento a las mujeres en la Iglesia fue tímido, y muchas reformas estructurales quedaron pendientes. Pero sembró preguntas, removió conciencias, reabrió caminos.
Sus silencios frente a ciertas tensiones internas despertaron incomprensiones. Pero también fue firme frente a los abusos, implacable con el clericalismo, y valiente al afrontar una reforma de la Curia que otros solo soñaron.
Nos queda su estilo pastoral, cercano, directo, profundamente humano. Y nos queda su testimonio de vida: un pastor que no se retiró del mundo, sino que lo abrazó; que no impuso, sino que propuso; que no condenó, sino que acogió.
Hoy, desde Redes Cristianas, sentimos su partida, con el alma llena de agradecimiento y esperanza.
Sabemos que su pontificado será evaluado con el tiempo, con la serenidad que permite ver los frutos más allá de las apariencias. Pero hoy, simplemente, damos gracias a Dios por su vida, por su palabra, por su coraje evangélico.
Y, como él tantas veces dijo, oramos: «Recen por mí».
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